La crisis del precio del café y la volatilidad de los precios ¿Podemos calmar al mercado C? - 25: Issue 7

En medio de la crisis del precio del café de este año, han surgido una y otra vez ciertas preguntas relativas al mercado C y a los actores que influyen en su gran volatilidad.

JANINA GRABS examina las acciones del mercado que han llevado a alcanzar unos mínimos históricos en el precio del café en la edición 07 correspondiente a los meses de agosto y septiembre de la revista 25 Magazine.

Si es usted de los que consulta a diario el precio en bolsa del café en el «mercado C», las últimas semanas parecen un viaje en una montaña rusa. Los precios, en descenso desde 2014, cayeron en picado en agosto y septiembre de este año, alcanzando un mínimo de 0,95 $ por libra. Los productores se han plantado antes esta evolución, que ha supuesto el precio más bajo del café Arábica en 12 años; el sector ha experimentado una gran sensación de pánico. Mientras la industria intentaba encontrar respuestas, lo precios se dispararon de forma igualmente impredecible, y en este momento (mientras se elabora este artículo, a mediados de octubre de 2018) alcanzan los 1,20 $/lb. Mientras tomamos un poco de aire, hagámonos esta pregunta: ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Cómo afecta el mercado de valores a los precios del café en el «mundo real»? ¿Qué parte de la actual crisis del precio del café se debe a la especulación? ¿Y existen medios para calmar la volatilidad de los precios en el mercado C?

El mercado de futuros

Se considera el café verde como una bien agrícola de consumo, por lo que se comercia con él en el mercado de productos de consumo. Los productos de consumo, por definición, son bienes relativamente no perecederos, almacenables, transportables e intercambiables. En estos términos, un saco de café Arábica de Brasil de grado uno, con calidad media-alta, no se distinguirá fácilmente de otro igual. Debido a esta intercambiabilidad, es posible comprar y vender café no solo en persona, sino también en el mercado de bienes de consumo. El café Arábica se comercia en el New York International Commodity Exchange (NY ICE).

Durante el intercambio, técnicamente no se comercia con contenedores llenos de café, sino con contratos de futuros (contratos que reflejan un compromiso de aceptación de un envío de determinada cantidad de café en un determinado puerto de entrada en un determinado momento). Por eso, si usted compra un contrato con fecha diciembre de 2018, se compromete a aceptar la entrega de 37.500 lb de café verde antes del 31 de diciembre en uno de los 8 puertos de todo el mundo (a menos que usted venda antes dicho contrato). De forma similar, usted podrá vender un contrato de futuros, entendiendo que deberá entregar 37.500 lb de café verde a alguien antes del 31 de diciembre, eso sí, a menos que compre otro contrato que cancele el que usted debe. En la práctica, la inmensa mayoría de contratos de futuros se cancelan (al adoptar una posición opuesta) en vez de entregarse físicamente. Del mismo modo, se mueve en una y otra dirección un volumen de café mucho mayor del que realmente existe en el mercado físico.

Pero, si no tenemos intención de usar el mercado de futuros para comprar y vender café real, ¿por qué es tan importante? En pocas palabras, porque el mercado de futuros nos ayuda a descubrir el «precio al contado» del mercado físico. Si usted es tostador y necesita 250 sacos de café verde en diciembre, podría o bien comprar contratos de futuros por 250 sacos, que se entregarán en diciembre, o simplemente comprar 250 sacos de café en el mercado físico el 30 de noviembre. Si los precios de futuros fueran enormemente más altos que los precios al contado, los comerciantes podrían ganar mucho dinero, por ejemplo, vendiendo contratos de futuros y comprando el café en el mercado físico para completar esa entrega. Siguiendo esta lógica, los precios de futuros tienden a estar en consonancia con los precios al contado a medida que se va acercando la fecha de entrega. Por eso se consideran como un buen indicador para predecir cuál será el precio «real» del café al cabo de unos meses, y es por ello que muchos compradores y vendedores utilizan el precio C como punto de partida para sus contratos.

Los actores del mercado también utilizan el mercado de futuros para fijar un precio mediante cobertura («hedging»): si tiene planeado comprar 250 sacos de café, pero no desea jugársela con el precio, puede comprar un volumen equivalente de futuros de café en octubre (digamos, a 1,20 $/lb) y volver a venderlos en noviembre (a 1,30 $/lb). Aunque compre físicamente el café al precio de noviembre (a 1,30 $/lb), podrá añadir esos 0,10 $ de beneficio como factor a tener en cuenta en la cobertura de sus futuros, traduciéndose en que habrá logrado bloquear el precio de octubre de forma eficaz (1,30 $ – 1,20 $ = 0,10 $/lb.) de cara a una compra en noviembre. Estas dos funciones principales (el descubrimiento y la cobertura del precio) permitirán a los mercados de futuros suavizar el intercambio de bienes de consumo internacionales, posibilitando un comercio a nivel global.

Actores del mercado y volatilidad

Entonces, ¿por qué se observa tanta volatilidad en los precios del café? Aquí debemos distinguir entre dos factores: los «fundamentos» de la oferta y la demanda, y la volatilidad debida al comportamiento de los actores del mercado de valores.

Puesto que solo unos pocos orígenes – fundamentalmente Brasil y Colombia, en lo que se refiere a la producción de Arábica – contribuyen de forma mayoritaria a la producción mundial, el café cuenta con una larga historia de cambios relativamente drásticos en su precio. Una sequía o una helada producida en Brasil un año pueden reducir de forma sustancial la producción mundial, si bien unas buenas condiciones de cultivo y unas altas producciones al año siguiente pueden suponer un resultado récord. Dado que la demanda es relativamente estable, unos cambios tan drásticos en la producción provocarán directamente picos en los precios (en el caso de escasez) o desplomes (en el caso de sobreproducción). Esto es lo que sucedió en el presente año de cosecha, puesto que Brasil registró la mayor producción conocida hasta la fecha (29 sacos/hectárea, comparados con los 25 sacos/ha del año pasado). Como factor adicional, la moneda brasileña (el real) se ha depreciado ante la amenaza de unas polémicas e inminentes elecciones generales.

Esto ha hecho que el café brasileño sea incuso más barato en dólares que el previos ciclos de cultivo, contribuyendo al desplome de los precios. Además, debido a la oferta y la demanda, los analistas de mercados se quedaron desconcertados cuando los precios bajaron de un dólar americano por libra.

La trayectoria en picado de los precios en el mercado C entre julio y septiembre de 2018 probablemente se debe a otro factor: la especulación.

No hace falta estar dentro del negocio del comercio de café para poder comprar y vender contratos de futuros en el intercambio de bienes de consumo. En teoría, los especuladores (los que compran y venden futuros para obtener ganancias a corto plazo) son necesarios para proporcionar al mercado la «liquidez» suficiente (es decir, suficiente gente interesada en comerciar a cualquier precio) para que pueda determinarse el precio. Sin embargo, demasiada especulación puede conducir a movimientos en los precios en el mercado C totalmente desligados de los fundamentos del mercado. Por ejemplo, la caída del precio en julio y agosto hicieron que muchos especuladores predijesen que los precios seguirían cayendo. En el mercado de futuros, solamente se puede sacar provecho de una predicción así vendiendo futuros al precio actual con la esperanza de poder volver a comprar a un precio inferior. Muchos especuladores hicieron esto, aumentando de forma superficial el suministro de futuros de café en el mercado C. Su apuesta por el descenso del precio se convirtió en una profecía autorrealizada. Hacia finales de septiembre, cuando las encuestas daban grandes probabilidades de triunfo en las elecciones a Jair Bolsonaro y el real recuperó parte de su valor, la tendencia se invirtió y los especuladores empezaron a cambiar su posición. Esta enorme demanda de futuros de café provocó un aumento en el precio hasta los niveles actuales.

Una volatilidad a tan corto plazo es insignificante para los compradores y vendedores que pueden esperar que pasen estas épocas turbulentas y esperar a que se estabilicen los precios. Desgraciadamente, muchos productores de café a pequeña escala no están en esa situación. Los productores que venden cerezas o pergamino húmedo de café a intermediarios disponen de una ventana de 24-48 horas desde la cosecha hasta la venta antes de que la calidad empiece a verse afectada. Los grupos de productores y las cooperativas, por su parte, afrontan cada vez más contratos con «precio a convenir» que solamente especifican una cantidad a comercializar y una fecha de entrega, y que adoptan el precio en el mercado C de un mes determinado (p.ej. diciembre´18) como referencia.

En estos casos, los movimientos del mercado que no tienen mucho que ver con sus principios básicos, y mucho menos con los costes de producción, influyen en los precios finales que recibirán los productores. Estos precios, a su vez, determinan si se alcanzará un equilibrio o no. Desde luego, incluso el precio actual de 1,20 $/lb está muy por debajo del coste de producción de la mayoría de los productores de café.

Mirando hacia adelante

¿Qué se puede hacer para afrontar estos desafíos? Para poder aumentar el precio del café hasta que cubra los costes de producción de los agricultores no industrializados, probablemente sería necesario abordar los principios básicos; es decir, un mayor equilibrio entre la oferta y la demanda a través de iniciativas favorables a la gestión de suministros, como las cuotas de producción. Incluso sin esos cambios estructurales, siguiendo ciertos pasos podríamos amortiguar los efectos negativos de la volatilidad a corto plazo de los precios.

Podrían instaurarse más restricciones a la especulación en el mercado C, habida cuenta de las deterioradas condiciones de vida que padecen en especial los pequeños agricultores. Además, los actores del mercado (especialmente en el sector de la especialidad) deberían reflejar si realmente necesitan el mercado C como referencia para el precio, o si existen otras alternativas.

Por ejemplo, iniciativas como el «Comercio transparente del café» comparten información sobre el precio del café entre los tostadores que comercian directamente con él y los consumidores de café de especialidad. Han creado un documento preliminar, Transaction Guide for Specialty Coffee Purchases , que ofrece orientación sobre precios basada en datos para futuras negociaciones sobre el café de especialidad. Otro enfoque interesante es el uso de la media del precio C a lo largo de varios años ( un precio C promedio, calculado a lo largo de los últimos cinco años) como punto de referencia alternativo para la planificación y la negociación de contratos sobre café.

Sin embargo, no debemos admitir la validez de indicadores como estos que hacen uso de información compartida relativa a precios o costes sin el asesoramiento de un consejero experto en monopolios, ya que las leyes sobre competencia en los Estados Unidos y en la Unión Europea pueden generar importantes riesgos en este sentido. Si bien resulta tentador argumentar que mantener un precio de compra es diametralmente diferente a mantener un precio de venta, la actual jurisprudencia no contempla esta distinción, ni siquiera en el contexto del café de especialidad: muchas iniciativas existentes actualmente funcionan dentro de zonas de vacío legal de la ley anti monopolio.

Una cosa es cierta: si el mercado C no está cumpliendo la misión para la que fue creado – ayudar a descubrir los precios y permitir que estos se estabilicen a través de coberturas – debemos crear nuevos instrumentos que sean capaz de hacerlo. ◊


JANINA GRABS es investigadora invitada en la School of Forestry and Environmental Studies (Escuela para estudios forestales y medioambientales) de la Universidad de Yale en New Haven, EE.UU., y está cursando un doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de Münster, Alemania.