El Enigma de los costos – 25, Issue 11

La crisis de precios actual nos exige formar un entendimiento claro de los factores que determinan la rentabilidad o la sustentabilidad económica para los pequeños agricultores.

ANDREA ESTRELLA, STEVE BOUCHER, y CHRISTOPH SAENGER comparten los resultados de la colaboración en un estudio reciente llevado a cabo entre el proyecto de investigación TRANSSUSTAIN de la University of Muenster, la University of California Davis y la International Coffee Organization que podrían ayudar a construir un punto de referencia permanente para la rentabilidad de los agricultores.

Una de las razones por las cuales todavía no existe un punto de referencia para la rentabilidad de los agricultores es la complejidad de cada pregunta que debemos formular a lo largo del camino. Para comenzar, en primer lugar tenemos que establecer cómo es la sustentabilidad económica; una forma de hacerlo es preguntar si el productor se encuentra “en un punto de equilibrio”. ¿Pero qué significa esto exactamente? En primer lugar, necesitamos identificar una dimensión de tiempo. En el caso del café, tiene sentido considerar el período que comienza inmediatamente después de la cosecha del último año hasta la finalización de la cosecha de este año inclusive. Luego tenemos que identificar un indicador que nos diga si este año el productor “se mantuvo en un punto de equilibrio” o no. Usamos el indicador convencional de margen bruto, el cual simplemente informa la diferencia entre los ingresos generados por la producción de café durante el último año y los costos de producción de ese café. Por su parte, los ingresos son un concepto relativamente sencillo, que se encuentra al multiplicar el volumen producido por el precio recibido por el agricultor.

Hasta acá, todo bien. ¿Pero qué sucede con los costos? Acá es donde las cosas se complican un poco, por dos motivos. En primer lugar, el café es un cultivo perenne, lo cual implica que los costos de nivel y estructura se modifican a lo largo de la vida del establecimiento, desde la colocación, hasta el mantenimiento de las plantas jóvenes, que no producen, hasta los años de producción pico.  En segundo lugar, en la producción de café predominan los pequeños agricultores, quienes tienden a complementar el uso de mano de obra contratada con mano de obra familiar impaga.

Estas características tienen implicancias importantes cuando determinamos y medimos los costos de este año, por ejemplo, para un productor con una plantación de cinco años. Por un lado, deberíamos incluir una parte de los costos fijos que el productor tuvo que afrontar para instalar las plantas de café además de los costos implícitos en el uso de su propia tierra, su maquinaria y equipamiento. Por otro lado, también deberíamos incluir el costo de oportunidad del uso de mano de obra familiar impaga para gestionar y realizar la cosecha de café durante todo el año, es decir, qué tanto cede su familia al emplear a su esposa e hijos en el establecimiento en lugar de trabajar en otro lugar y recibir un salario.

La muestra

Una vez determinada la forma de calcular los costos (véase: Calcular el Costo: Metodología, en la página 18), luego aplicamos nuestra metodología a un conjunto de datos. Los datos utilizados en este estudio se recopilaron como parte de TRANSSUSTAIN[1], un proyecto llevado a cabo por investigadores de la University of Muenster para evaluar la eficacia de las normas sustentables voluntarias. Utilizamos los datos de una muestra al azar de aproximadamente 1.900 agricultores de café en las principales regiones productoras de café de Colombia, Costa Rica y Honduras. En Colombia y Costa Rica, los agricultores fueron seleccionados de las listas de miembros de las cooperativas de café. En el caso de Colombia, se seleccionaron 745 agricultores de tres cooperativas del Eje Cafetero tradicional. En Costa Rica, se seleccionaron 503 agricultores de cinco cooperativas de las regiones productoras de café del Valle Occidental y Los Santos. Por último, en Honduras se seleccionaron 659 agricultores que trabajan con una fundación importante en las regiones productoras de café del Norte, Sur y Oeste.

Se realizó un estudio entre los agricultores de la muestra, el cual recopiló información sobre una gama de temas, incluidos producción, marketing y costos; los datos se recopilaron entre marzo de 2016 y diciembre de 2017.[2] El intervalo de estudio para Costa Rica y Honduras fue la temporada 2015–16, pero teniendo en cuenta que el café se cosecha a lo largo de todo el año en el Eje Cafetero de Colombia, el intervalo de estudio en Colombia fue el año calendario 2015.

Determinar un “promedio”

Una vez aplicada la metodología a nuestros datos, obtenemos un panorama inicial: La Fig. 1 presenta los costos promedio por hectárea además del desglose de los costos promedio en dos categorías: costos operativos anuales (los necesarios para la cosecha de un año) y costos de recuperación del capital (tierra, maquinaria, equipamiento, etc.). Los costos por hectárea fluctúan desde US$1.558 en Honduras a US$3.316 en Colombia y US$4.044 en Costa Rica.

Fig. 1: Costos promedio por hectárea en USD, desglosados en “costos operativos anuales” y “costos de recuperación del capital.”

Fig. 1: Costos promedio por hectárea en USD, desglosados en “costos operativos anuales” y “costos de recuperación del capital.”

Una observación más cercana de la Fig. 1 revela una serie de patrones interesantes: En primer lugar, en cada país los costos operativos anuales predominan sobre los costos de recuperación del capital a largo plazo. Los costos operativos oscilan entre el 75% de los costos totales en Costa Rica y el 92% de los costos totales en Colombia. La menor fracción de Costa Rica corresponde tanto a los mayores valores de la tierra como a la mayor tenencia de tractores y otra maquinaria por parte de los agricultores cafeteros costarricenses en comparación con los otros dos países.

En segundo lugar, la mano de obra es por amplio margen la categoría de costos más importante. La mano de obra paga e impaga representa aproximadamente el 56% de los costos totales tanto en Honduras como en Costa Rica y hasta el 75% de los costos totales en Colombia. La mano de obra para la cosecha representa más del 70% de los costos totales en cada país, lo cual no sorprende ya que en cada uno de estos tres países no existe o es raro encontrar que se realice la cosecha mecanizada.

En tercer lugar, la mano de obra impaga es significativa tanto en Colombia como en Honduras, donde representa aproximadamente el 18% de los costos totales. Si no se tuviera en cuenta la mano de obra impaga se llegaría a una sobreestimación grave de la rentabilidad de la producción cafetera en estos dos países. Por el contrario, en Costa Rica los agricultores cafeteros tienden a pagar un salario a los trabajadores familiares, de modo que la mano de obra impaga representa menos del 4% de los costos totales.

Teniendo en cuenta la característica de mano de obra intensiva inherente a la producción cafetera en estos tres países, la sustentabilidad económica del sector es muy sensible a las tendencias de salarios locales. Por cierto, una explicación importante de los menores costos totales en Honduras reside en los salarios significativamente menores; el jornal de cosecha en Honduras promedió US$8,4, en comparación con US$16,3 y US$22,2 en Colombia y Costa Rica respectivamente.

Por último, aun cuando los costos de recuperación del capital son pequeños en relación con los costos operativos anuales, si no se los tuviera en cuenta se llegaría a la sobreestimación de la sustentabilidad, especialmente en Costa Rica, donde los precios de la tierra son altos y los agricultores de la muestra tienen inversiones significativas en maquinaria.

La Fig. 2 pasa el foco del costo por hectárea al costo por libra de café verde. Los costos por libra promedio de producción fueron similares en Colombia y Costa Rica, de US$1,4 y U$1,3 por libra, respectivamente. En Honduras, los costos de US$0,8 por libra fueron aproximadamente un 40% menores. Esto no es de sorprender teniendo en cuenta los costos de mano de obra significativamente menores en ese país.

Fig. 2: Costos promedio por libra de café verde en USD, desglosados en “costos operativos anuales” y “costos de recuperación del capital.”

Fig. 2: Costos promedio por libra de café verde en USD, desglosados en “costos operativos anuales” y “costos de recuperación del capital.”

De los dos gráficos, la Fig. 2 nos acerca a una medida de sustentabilidad, ya que identifica el precio por libra que un agricultor “promedio” en cada país habría necesitado recibir solo para mantenerse en el punto de equilibrio.  Para tener idea de qué tan bien le ha ido a un agricultor “promedio”, consideremos que los precios a puerta del cafetal promedio, por libra de café verde, informados por la International Coffee Organization (ICO) para el año de producción 2015–16 fueron de US$1,19 en Colombia, US$1,25 en Costa Rica y US$0,88 en Honduras. Sobre la base de estos precios, el agricultor “promedio” en Honduras se encontraría ligeramente por encima del punto de equilibrio. En Costa Rica y Colombia, sin embargo, la situación es más alarmante ya que el precio de la ICO cae por debajo del costo promedio por libra.

Ir más allá del “promedio”

Hasta ahora hemos observado los costos promedio. Esto es útil porque nos da una idea aproximada del precio que los agricultores deberían recibir para mantenerse en el punto de equilibrio – pero no existe un agricultor “promedio”. En su lugar, lo que vemos es que cada agricultor toma decisiones diferentes con respecto a la forma de gestionar su cafetal. Estas selecciones también pueden afectar la calidad y, de ese modo, el precio que cada agricultor recibe por su café. Los agricultores también tienen que enfrentar diferentes precios unitarios por sus insumos si, por ejemplo, compran a granel a través de una cooperativa en lugar de comprar pequeñas cantidades como compradores individuales. Por último, los agricultores se pueden ver afectados por diferentes impactos inesperados relacionados con la meteorología o el mercado, los cuales, a su vez, afectan el rendimiento, los costos y la calidad. Para resumir, sabemos que existe una variación significativa tanto en los costos afrontados como en los precios recibidos por los productores cafeteros. En ese sentido, es probable que haya una variación significativa de la rentabilidad para todos los agricultores e incluso dentro de las regiones.

Entender esta heterogeneidad (falta de “semejanza”) es importante para evaluar la gravedad de la “crisis de precios del café.” Por ejemplo, vimos que el promedio de precio recibido por los productores de Honduras era de US$0,88 por libra, mientras que el costo promedio por libra era de US$0,80. ¿Debemos concluir entonces que todo anda bien en el sector cafetero de Honduras? Por cierto que no, al menos no sin información adicional. Si la gran mayoría de los agricultores de Honduras recibe el precio de US$0,88 y tiene una estructura de costos similar al agricultor “promedio” en un valor de US$0,80, de manera que todos los agricultores tienen un margen bruto positivo, entonces podríamos concluir que la producción parece económicamente sustentable (al menos en este año específico). Si, en lugar de ello, vemos una gran variación en los márgenes brutos alrededor del agricultor “promedio”, de manera que una fracción significativa de los agricultores se encuentra lejos del punto de equilibrio mientras a otros les va bastante bien, entonces nuestra conclusión sería bastante diferente.

¿Entonces qué vemos para los productores de la muestra en los tres países? La Fig. 3 nos da un sentido claro de la variación de los márgenes brutos trazando las funciones de distribución acumulativa de margen bruto para cada país.

Fig. 3: Funciones de distribución acumulativa de margen bruto para cada país. El eje horizontal traza el margen bruto (la diferencia entre el precio por libra recibido versus el costo por libra afrontado por el productor individual). El valor cero es el punto “de equilibrio” e implica que un productor recibió un precio que apenas cubrió sus costos. Los valores negativos implican que el productor no pudo cubrir totalmente sus costos, mientras que los valores positivos implican que los ingresos del agricultor superaron los costos. El eje vertical representa la fracción de los productores de la muestra cuyo margen bruto fue igual o inferior al valor del eje horizontal. Los valores más altos de la curva sobre el rango de los valores de margen bruto negativo indican una menor sustentabilidad económica.

Fig. 3: Funciones de distribución acumulativa de margen bruto para cada país. El eje horizontal traza el margen bruto (la diferencia entre el precio por libra recibido versus el costo por libra afrontado por el productor individual). El valor cero es el punto “de equilibrio” e implica que un productor recibió un precio que apenas cubrió sus costos. Los valores negativos implican que el productor no pudo cubrir totalmente sus costos, mientras que los valores positivos implican que los ingresos del agricultor superaron los costos. El eje vertical representa la fracción de los productores de la muestra cuyo margen bruto fue igual o inferior al valor del eje horizontal. Los valores más altos de la curva sobre el rango de los valores de margen bruto negativo indican una menor sustentabilidad económica.

Quizá, contrariamente a las expectativas, la rentabilidad más alta resulte la de Honduras. Consideren el punto (0, 0,25) en la curva gris claro, el cual representa la función de distribución acumulativa para Honduras. Esto implica que el 25% de la muestra de Honduras tuvo un margen bruto de cero o menos. En otras palabras, el 25% de los agricultores de la muestra de Honduras no alcanzó el punto de equilibrio, mientras que el 75% aparece en el punto de equilibrio o mejor. La distribución de márgenes brutos en Costa Rica (curva del medio) es bastante similar a la de Honduras, con aproximadamente un 28% de los agricultores en el punto “de equilibrio” o por debajo. ¿Cómo conciliamos la similitud de distribución de márgenes brutos con las diferencias significativas en el costo por libra en los dos países? Los lectores familiarizados con la producción cafetera en estos dos países centroamericanos probablemente conozcan la respuesta. Los agricultores hondureños reciben precios significativamente inferiores por su café (en comparación con los agricultores costarricenses), pero mantienen la competitividad porque tienen costos significativamente más bajos. Los agricultores costarricenses tienen rendimientos más altos por hectárea, lo cual reduce sus costos de producción por libra, y también reciben precios más altos que sus pares centroamericanos.

La situación en Colombia es más preocupante. Durante el año del estudio, el 53% de los agricultores de la muestra funcionaron a pérdida, muchos de ellos con pérdidas significativas. Por ejemplo, apenas por encima del 25% de los agricultores tuvieron márgenes brutos por debajo de   (−)0,5 (es decir, sus costos por libra superaron el precio que recibieron por al menos US$0,5). Una combinación de los costos de mano de obra en aumento más un conjunto de impactos meteorológicos adversos que disminuyeron la calidad (y el precio) del café ayudan a explicar estos resultados.

¿Y ahora qué?

Para monitorear y evaluar la sustentabilidad económica de los productores de café debemos contabilizar totalmente los costos. Pero, como vimos hasta ahora, la medición de esos costos es difícil a la luz de la complejidad de la producción cafetera, incluido el carácter perenne del cafeto y el uso común de mano de obra impaga por parte de los productores.

Los hallazgos de este estudio sugieren motivos de preocupación: Más de un cuarto de la muestra de productores de Honduras y Costa Rica no llegó al punto de equilibrio en el año cafetero 2015-16, siendo significativamente peor la situación en Colombia, donde un poco más de la mitad de la muestra de productores no alcanzó el punto de equilibrio. Y, lo que es muy importante, si bien si pone gran énfasis en la necesidad de los pequeños propietarios de elevar la calidad para recibir precios con recargo, estos números indican que esto solo es una “solución” viable si los costos adicionales necesarios para alcanzar las normas de calidad no sobrepasan el recargo del precio. Esta es una interpretación de la rentabilidad relativamente mayor de los agricultores de la muestra de Honduras, quienes producen café de calidad inferior con costos significativamente inferiores en comparación con los de Costa Rica y, especialmente, Colombia.[p22] Este estudio resalta la importancia de las iniciativas de investigación como la de TRANSSUSTAIN que generan datos de alta calidad sobre los costos de producción para muestras grandes y representativas de productores. Estos datos nos permiten entender hasta qué grado las tendencias actuales de precios a puerta del cafetal están poniendo en peligro la viabilidad económica de los productores. La recopilación de datos de alta calidad y confiables sobre costos, que capture la diversidad de sistemas agrícolas dentro de los países, es un desafío que exige recursos intensivos en el sector cafetero para desarrollar la capacidad de rastrear los costos y monitorear la salud económica de sus productores en los diferentes orígenes. Con esta finalidad resultan alentadores los esfuerzos iniciales de ICO por explorar las potenciales metodologías que recopilen datos sobre costos de manera sistemática. El diálogo impulsado por ICO en la totalidad del sector reúne a las partes interesadas tanto de los sectores privado como público, con el fin de abordar el impacto de los niveles de precio del café en la subsistencia de los agricultores y brinda la oportunidad de aumentar la transparencia del mercado. La recopilación de datos sobre costos de producción se ha identificado como una de las prioridades de acción conjunta, con el compromiso de trabajar hacia un mecanismo de puntos de referencia globales sobre los costos de producción.

Por último, tal como lo expresa el Jeffrey Sachs’ Coffee Sustainability report (informe de Sustentabilidad del Café de Jeffrey Sachs), continuar con el enfoque actual de la actividad tal como se encuentra llevará a una crisis generalizada del café, que dañará aún más la subsistencia de los productores y aumentará los riesgos de la oferta. Se necesitan medidas fuertes concertadas entre los jugadores de la industria, los gobiernos, las ONG y las personas para asegurar la viabilidad económica a largo plazo del sector del café.


STEVE BOUCHER es Profesor Adjunto del Departamento de Economía de Recursos y Agricultura en la University of California Davis. ANDREA ESTRELLA es Economista de Investigación en IMPAQ International, LLC. Ella obtuvo su doctorado en la University of Muenster y fue becaria visitante en UC Davis. CHRISTOPH SAENGER es Economista Senior en la International Coffee Organization.


Calcular el costo: Metodología

Hay muchas metodologías para contabilizar los costos. Nosotros seguimos en sentido amplio la metodología utilizada por los Estudios de Costo y Rendimiento del  California Agricultural Issues Center at the University of California, Davis.[3] Separamos los costos en dos categorías generales: costos operativos anuales y costos de recuperación del capital a largo plazo. Los costos operativos anuales incluyen todos los costos asociados con el mantenimiento y la cosecha a lo largo de todo el año. Asimismo separamos los costos operativos en las tres categorías siguientes: i) Mano de obra contratada; ii) Mano de obra familiar impaga; y iii) Materiales e insumos.[4] Hay una gama de opciones para la valuación de la mano de obra familiar impaga, pero aquí elegimos un enfoque simple y valoramos la mano de obra familiar impaga[5] en el 60% del salario local promedio pagado por los productores para cada actividad.

Los costos de recuperación del capital distribuyen el costo de las inversiones más importantes sobre la vida de la plantación de café. Separamos los mismos en las tres inversiones siguientes: i) Instalación de la plantación; ii) Tierra; y iii) Maquinaria y equipamiento. Una vez más, hay una variedad de métodos para calcular los costos de capital, pero a los fines de este estudio procedimos de la siguiente forma. Los costos de instalación incluyen el costo de la preparación de la tierra y la plantación de las plantas de semillero. En cada uno de los tres países de nuestro estudio, en primer lugar calculamos el costo de instalación promedio por hectárea para los agricultores de la muestra que instalaron árboles nuevos en los 12 meses previos al estudio. Luego computamos el costo de recuperación de capital asociado con la instalación como el costo por hectárea promedio en cada país, dividido por 20, para distribuir el costo de manera pareja a lo largo de la vida productiva de la plantación de café. El costo de recuperación de capital de la tierra se calcula como el pago de interés anual sobre un préstamo a 20 años para la compra de la tierra. Por último, el costo de recuperación de capital asociado con la maquinaria se calcula al 50% del valor actual de los activos del productor dividido por 10, lo cual constituye una aproximación de la vida productiva de los mismos.

Citations

[1] https: //www.uni-muenster.de/Transsustain/

[2] Específicamente, en Honduras la recopilación de datos tuvo lugar desde marzo de 2016 hasta diciembre de 2016; en Colombia, desde julio de 2016 hasta octubre de 2016; y en Costa Rica desde febrero de 2017 hasta diciembre de 2017.

[3] Encontrará estudios de costos y rendimiento para una amplia gama de cultivos perennes y anuales en California, además de una descripción detallada de la metodología de contabilidad de costos, en: https://coststudies.ucdavis.edu.

[4] Con el propósito de simplificar, incluimos interés sobre préstamos por costos operativos en la categoría insumos y materiales. Teniendo en cuenta que una fracción relativamente pequeña de agricultores tomó préstamos para costos operativos, estos costos de interés son insignificantes para los agricultores de la muestra y representan menos del 10% de los costos de insumos.

[5] Véanse las CITAS para encontrar un resumen de los métodos de valoración de la mano de obra impaga.


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